Se enciende una luz, brota purpurina, salen destellos de ella. No es una luz cualquiera, es un…
Abre los ojos, todo está negro, otra vez ese extraño sueño de siempre. Una luz i nada más.
Júlia no se está mucho tiempo pensando en ello. Hoy es su cumpleaños y tiene mejores cosas que hacer.
Tiene hambre, su madre aún no se ha levantado, así que va hacia la cocina a desayunar algo.
Llega y se encuentra un gran pastel con 13 velas encendidas minuciosamente y con gran paciencia. Un… - ¿mamá?- Nadie responde. No sabe qué hacer, pero las velas se van derritiendo y el impulso de poder soplarlas se va haciendo cada vez más grande. -Decidido-, piensa. Se acerca hacia el gran pastel, junta los labios, inspira aire, sus pulmones se llenan, su corazón se acelera, cierra los ojos y…
Se enciende una luz, brota purpurina, salen destellos de ella, no es una luz cualquiera es un…
De pronto se encuentra en un lugar realmente extraño, está cegada, no ve absolutamente nada. Al cabo de un rato recupera absolutamente la vista y mira a su alrededor. No sabe qué hacer, si echarse a llorar, a reír o a dar saltos. Está asustada, eso seguro. Cierra los ojos, con toda su fuerza, quiere volver a su, a su feliz día de cumpleaños, pero no sucede, los vuelve a abrir y se encuentra allí una gran pared de unos diez metros por alto y veinte por ancho, llena, absolutamente llena de pequeñas cintas de colores.
Se acerca hacia ellas con mucha curiosidad y incredibilidad.
Las pequeñas cintas son preciosas, de todos los colores que uno se pudiera imaginar. Des de el azul asta el verde metálico, pasando por el púrpura o el negro brillante con topitos blancos. Es todo perfecto. Colocado meticulosamente. –¿para que servirán…?- piensa.
Ninguna de las preciosas pulseras lleva nada escrito, son simplemente de colores.
La dulce chica mira y busca a su alrededor para encontrar una salida. Ojea entre todas las tiras de colores para ver si al menos hay una pequeña puerta por donde pueda volver.
Mirando entre las pulseras, de pronto se para en una. Esa una no es como las demás, brilla con luz propia.
La coge y la observa detenida y detalladamente. Tiene algo escrito pero no consigue ver qué es. Algo se lo impide.
De pronto llega un aire inesperado. Violento y arrasador que se lleva por delante toda la magnífica decoración junto con Júlia.
Todo está en calma y siente una pequeña calor junto a sus rosados labios. Abre los ojos y ve dos velas, alrededor suyo, se encuentra toda su familia gritando, cantando y animando a que sople sus velas de cumpleaños. No entiende nada, pero no quiere pensar, ya está en casa.
Junta los labios, inspira aire, sus pulmones se llenan, su corazón se acelera, cierra los ojos, sopla las velas con todas sus fuerzas y… Se enciende una luz, brota purpurina, salen destellos de ella, no es una luz cualquiera es un sueño, un deseo.
-¡Felicidades!- grita todo el mundo. Ella está feliz no sabe lo que ha pasado pero no le importa.
Mira su muñeca, algo le está rozando y… allí está, su pulsera de color esmeralda. Se queda paralizada, no se lo puede creer. Ahora, pero, si que puede leer las delicadas letras y dicen… su más preciado deseo, su sueño.